El viejo hábito

Cuando tenía quince -insoportables- años, no paraba de escribir… Todo se transformaba en un pequeño relato en el cuaderno de la asignatura de turno de ese momento. Todos esos sentimientos intensamente adolescentes quedaron plasmados entre las partes de la planta y los complementos circunstanciales de tiempo y lugar y, así fui creciendo a través de ese dulce (o maldito), y ahora viejo, hábito. En esa época todo me significaba un montón de páginas escritas (sobre todo, mi amor por cierto profesor), que llenaba de adjetivos o eufemismos, que se convirtieron en mis mejores amigos.

Ahora, varios (tantos) años después, éste sigue siendo mi «pasatiempo» favorito, aunque ya no tenga tanto que decir o tal vez ahora filtre más. Al parecer el tiempo te llena de ataduras, de bloqueos, de una estúpida barrera de obstáculos, que entorpecen lo que realmente quieres decir y, por lo tanto, lo que eres… Quizás por eso cuesta tanto sacarlo afuera.

Los sentimientos intensos permanecen, las ganas de llenar páginas también (no por el mero hecho de llenarlas)… Ahora pesa más la coherencia tal vez. O las ganas de ella. Y ese es otro obstáculo… Pero así, como les pido a otros (por ejemplo, mis alumnos) que se relajen y se dejen llenar de lo que trato de enseñarles, yo debiera hacer lo mismo: dejar de estar tan consciente sobre mis errores o desaciertos y comenzar a disfrutar de lo que más amo en la vida: las palabras.

    • Pilar A.
    • 2 de abril de 2010

    Vivi! estoy tan feliz q vuelvas a escribir…yo q te conozco desde esos años y se q es un aporte a la humanidad q vuelvas a hacer lo q tanto te gusta. Aun recuerdo las cosas maravillosas q me leias.
    No lo vuelvas a dejar. Keep going 🙂
    Un abrazo 🙂

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